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Feminismo. Seré breve.

Última respuesta: 27 de febrero de 2017 a las 17:06
E
egidio_6008798
27/2/17 a las 15:29

Mi nombre no importa en absoluto, pero soy un estudiante más en Barcelona. Este año, para mi sorpresa, tengo que cursar 6 créditos obligatorios de una asignatura basada en lo que debería ser la comprensión del movimiento feminista desde un punto de vista histórico-social.

Lamentablemente, esto no ha sido así. La oportunidad que se ha brindado a la profesora D.M.F para ayudar a dar seriedad al feminismo moderno ha sido totalmente echada por tierra. Lo que nos hemos encontrado, sin embargo, han sido horas y horas de desprestigio hacia aquello donde el hombre como tal ha influido, sumado a un victimismo generalizado a más de un ámbito cuya conexión supera mi comprensión.

¿A dónde trato de llegar? Vengo creyendo que se ha perdido la esencia del feminismo original. Aquel que buscaba la igualdad de la mujer en la sociedad sin necesidad de humillar y destruir al sexo masculino. Tristemente parece que esto ha sido olvidado y suplantado por un falso feminismo que busca la supremacía de la mujer bajo falacias ad populum  ( la creencia expandida de que la violencia de género es sólo unidireccional por parte de los hombres hacia las mujeres) fomentadas por los medios y amparadas por la ley actual.

Ahora bien, esto es sencillo. Si yo fuera un machista lo tendría fácil; bastaría con no meter mano en el asunto y dejar que todo cayera por su propio peso. Sin embargo pero pretendo defender a hombres y mujeres por igual, puesto que soy de los que ven personas y no sexos.

Para llegar a donde quiero llegar habría que imaginar un debate entre la encarnación del machismo y la encarnación del feminismo.

Primero. El objetivo de un debate es llegar a una conclusión en común, y no lanzarse puyas los unos a los otros intentando humillar al rival. Cierto que en ocasiones se tendrá razón y en otras no, pero recrearte en la derrota de un oponente, que está tan equivocado como tú y que cree estar tanto en razón como tú, no hace más que quitarte mérito y mostrar una faceta con la que seguramente has querido lidiar: carencia de humildad y empatía.

Segundo.
 Para entender los argumentos del rival y poder contrarrestarlos hay que informarse. Hay que comprender qué ha hecho al rival llegar a dicha conclusión o suposición. El problema del feminismo actual es que la parte más visible (y que por ello parece mayoría) se aferra a la idea de que el hombre es el mismísimo mal y que todo aquello que ha hecho o dicho ha sido con la voluntad oculta de degradar a la mujer.

Tercero. Hay que recordar el objetivo del debate: igualdad. Y no sólo de palabras. Bajo el pretexto de querer hacer justicia entre hombres y mujeres se ha ido haciendo silencio de las numerosas desigualdades y discriminaciones hacia los hombres, y no hay demasiadas supuestas feministas que busquen arreglar estos problemas también (cuando, de hecho, muchos de éstos están relacionados directamente con problemas que luego terminarán sufriendo las mujeres).

Así pues, no puede ser que al entrar en una universidad de supuesto prestigio de Barcelona encuentre a una catedrática doctorada diciendo que los términos genéricos han sido dictados por el hombre y hay que erradicarlos, que en la antigüedad los líderes eran hombres porque a las mujeres las mataban, o bien mostrando hechos puntuales al largo de la historia donde la "clara víctima" era la mujer, para respaldar este falso feminismo que cada vez más está devorando el auténtico feminismo por el que hace unas décadas familiares nuestros pelearon por proteger.

Añado, si el límite de carácteres lo permite, que por mucho que el legado históricoculutral inofensivo que poseemos a día de hoy (ya sea lenguaje, nombres, cultura material u obras de arte) pueda haberse visto influido por hechos pasados que ahora consideraríamos impensables, sigue siendo un legado que hay que preservar. Quejarse de los términos genéricos conformados por una palabra en masculino (alumnos, profesores, padres) alegando un ataque hacia la persona de las mujeres y exigiendo un cambio absurdo en el lenguaje resulta, cuanto menos, degradante para el auténtico feminismo. Equiparando el ejemplo al racismo, sería como exigir que destruyeran las pirámides de Egipto porque en su construcción murieron miles de esclavos y pedir que las cambiaran por pirámides de cristal donde colgar pancartas con mensajes de paz, compensión y respeto.

Todos formamos parte de un pasado común. Si de verdad se pretende encontrar un futuro donde ambos sexos vivan en igualdad, hay que hacerlo juntos.

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A
an0N_726493499z
27/2/17 a las 17:06
En respuesta a egidio_6008798

Mi nombre no importa en absoluto, pero soy un estudiante más en Barcelona. Este año, para mi sorpresa, tengo que cursar 6 créditos obligatorios de una asignatura basada en lo que debería ser la comprensión del movimiento feminista desde un punto de vista histórico-social.

Lamentablemente, esto no ha sido así. La oportunidad que se ha brindado a la profesora D.M.F para ayudar a dar seriedad al feminismo moderno ha sido totalmente echada por tierra. Lo que nos hemos encontrado, sin embargo, han sido horas y horas de desprestigio hacia aquello donde el hombre como tal ha influido, sumado a un victimismo generalizado a más de un ámbito cuya conexión supera mi comprensión.

¿A dónde trato de llegar? Vengo creyendo que se ha perdido la esencia del feminismo original. Aquel que buscaba la igualdad de la mujer en la sociedad sin necesidad de humillar y destruir al sexo masculino. Tristemente parece que esto ha sido olvidado y suplantado por un falso feminismo que busca la supremacía de la mujer bajo falacias ad populum  (véase la creencia expandida de que la violencia de género es sólo unidireccional por parte de los hombres hacia las mujeres) fomentadas por los medios y amparadas por la ley actual.

Ahora bien, esto es sencillo. Si yo fuera un machista lo tendría fácil; bastaría con no meter mano en el asunto y dejar que todo cayera por su propio peso. Sin embargo pero pretendo defender a hombres y mujeres por igual, puesto que soy de los que ven personas y no sexos.

Para llegar a donde quiero llegar habría que imaginar un debate entre la encarnación del machismo y la encarnación del feminismo.

Primero. El objetivo de un debate es llegar a una conclusión en común, y no lanzarse puyas los unos a los otros intentando humillar al rival. Cierto que en ocasiones se tendrá razón y en otras no, pero recrearte en la derrota de un oponente, que está tan equivocado como tú y que cree estar tanto en razón como tú, no hace más que quitarte mérito y mostrar una faceta con la que seguramente has querido lidiar: carencia de humildad y empatía.

Segundo.
 Para entender los argumentos del rival y poder contrarrestarlos hay que informarse. Hay que comprender qué ha hecho al rival llegar a dicha conclusión o suposición. El problema del feminismo actual es que la parte más visible (y que por ello parece mayoría) se aferra a la idea de que el hombre es el mismísimo mal y que todo aquello que ha hecho o dicho ha sido con la voluntad oculta de degradar a la mujer.

Tercero. Hay que recordar el objetivo del debate: igualdad. Y no sólo de palabras. Bajo el pretexto de querer hacer justicia entre hombres y mujeres se ha ido haciendo silencio de las numerosas desigualdades y discriminaciones hacia los hombres, y no hay demasiadas supuestas feministas que busquen arreglar estos problemas también (cuando, de hecho, muchos de éstos están relacionados directamente con problemas que luego terminarán sufriendo las mujeres).

Así pues, no puede ser que al entrar en una universidad de supuesto prestigio de Barcelona encuentre a una catedrática doctorada diciendo que los términos genéricos han sido dictados por el hombre y hay que erradicarlos, que en la antigüedad los líderes eran hombres porque a las mujeres las mataban, o bien mostrando hechos puntuales al largo de la historia donde la "clara víctima" era la mujer, para respaldar este falso feminismo que cada vez más está devorando el auténtico feminismo por el que hace unas décadas familiares nuestros pelearon por proteger.

Añado, si el límite de carácteres lo permite, que por mucho que el legado históricoculutral inofensivo que poseemos a día de hoy (ya sea lenguaje, nombres, cultura material u obras de arte) pueda haberse visto influido por hechos pasados que ahora consideraríamos impensables, sigue siendo un legado que hay que preservar. Quejarse de los términos genéricos conformados por una palabra en masculino (alumnos, profesores, padres) alegando un ataque hacia la persona de las mujeres y exigiendo un cambio absurdo en el lenguaje resulta, cuanto menos, degradante para el auténtico feminismo. Equiparando el ejemplo al racismo, sería como exigir que destruyeran las pirámides de Egipto porque en su construcción murieron miles de esclavos y pedir que las cambiaran por pirámides de cristal donde colgar pancartas con mensajes de paz, compensión y respeto.

Todos formamos parte de un pasado común. Si de verdad se pretende encontrar un futuro donde ambos sexos vivan en igualdad, hay que hacerlo juntos.

ISDIN Si-Nails

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