Estas palabras han pasado a ser de uso común en los últimos tiempos. Se habla mucho de proceso de paz, fosas de la dictadura y trincheras ideológicas; los medios de comunicación nos bombardean a diario con ellas.
Pero más allá de los de los significados interesados que algunos quieren buscar a estas expresiones, el ciudadano de a pie percibe que nos encontramos ante otra clase de procesos: Los españoles comprobamos día a día cómo nuestro presidente del gobierno nos conduce a un proceso de vergüenza y rendición ante los asesinos de la banda terrorista ETA. Continuamente nos habla de un camino largo y difícil, pero nada es más falso: Las concesiones a los asesinos se producen a gran velocidad y al ritmo que ellos mismos marcan: Unos tiros al aire por aquí o unas amenazas veladas por allá bastan para que nuestro presidente se siente con ellos a mesas de diálogo , les prometa una inminente legalización o les abra las puertas de los foros europeos. Tampoco notamos los españoles que al presidente le resulte excesivamente difícil este proceso, más bien al contrario, diariamente vemos como sonríe satisfecho. Satisfacción sólo comparable a la de sus interlocutores etarras al comprobar como sus exigencias son puntualmente atendidas.
Decía uno de los principales referentes ideológicos del socialismo que era preferible morir de pie a vivir de rodillas, pues bien, ahora sabemos que nuestro presidente que dice ser socialista se muestra bien dispuesto a hincar la rodilla. A Irene Villa, los criminales con los que el presidente negocia le arrancaron las rodillas, pero no pudieron arrebatarle la dignidad ni la valentía. Ella nunca se arrastraría ante los asesinos, nuestro presidente sí.
También muestra el presidente un especial interés en abrir fosas y exhumar restos de españoles muertos hace 70 años - y aprovecho para decirle que todos tuvimos abuelo, no sólo él pero cada vez que se empeña en hablarnos de procesos de paz esta abriendo otras fosas más recientes; está abriendo la fosa de Miguel Angel Blanco y la de tantos otros. Dos balas dispararon los asesinos sobre un Miguel Angel maniatado e indefenso y sobre su memoria se dispara de nuevo día a día cada vez que se producen reuniones con los asesinos, se les conceden ventajas y se les hace ver que tienen la partida ganada.
Somos cada día más los ciudadanos que no podemos soportar esta situación y nos rebelamos contra su indignidad, quizás por eso los portavoces de su gobierno hablan de que se están abriendo entre los españoles trincheras ideológicas y voy a tener que darles la razón en ello, las trincheras las abren el presidente y sus aduladores cada vez que criminalizan a todos los que nos oponemos a este proceso de vergüenza y rendición. Pero últimamente las caretas van cayendo y todos nos retratamos. Si existen esas trincheras yo digo que estoy en la que cayeron Miguel Angel Blanco, Tomás y Valiente o el almirante Fausto Escrigas, por poner tres ejemplos de entre las mil víctimas de la ETA, la misma trinchera en la que dan la cara día a día Míkel Buesa, Gotzone Mora, Rosa Díez y tantos otros. Pero nuestro presidente, con su actitud, parece situarse en el parapeto de Otegui, Chapote y Ternera a su misma mesa, sin duda, ya se sienta desde hace tiempo son ellos los que llevan las pistolas, pero es él con sus palabras y sus hechos quien les proporciona la munición. Es este presidente el que, cuando la ETA estaba a punto de desaparecer les dió a los asesinos una esperanza y les hizo ver que matar a mil seres humanos al fin les había merecido la pena.
Según dicen los psicólogos, existe cierta clase de personas que son incapaces de sentir empatía, es decir no pueden ponerse en el lugar de los demás ni comprender sus sentimientos. Eso mismo le pasa al presidente con las víctimas del terrorismo, ni quiere ni puede comprender su sufrimiento. Ya no tengo ninguna esperanza en que rectifique, ha llegado demasiado lejos y sus compromisos inconfesables con los asesinos le impiden dar marcha atrás, pero aún habrá que tener confianza en que los ciudadanos despertemos, alcemos la voz y pongamos fin a esta locura. Somos cada uno de nosotros los que tenemos que ocuparnos de luchar por nuestra libertad, si no lo hacemos así, no la mereceremos. En nuestra mano está.
