Los investigadores secretos de Swiss Animals Protection East/International lograron entrar recientemente en las granjas chinas de producción de pieles, donde descubrieron que muchos animales estaban vivos y luchaban desesperadamente mientras los trabajadores los ponían patas arriba o colgaban de sus extremidades o colas para desollarlos. Cuando los empleados de estas granjas comienzan a cortar la piel de una de las patas, los animales patean con la otra extremidad y se retuercen del dolor. Para facilitar un mejor corte de la piel, los trabajadores también pisotean la cabeza o el cuello de aquellos que luchan vigorosamente. Cuando finalmente les desprenden la piel, los ensangrentados y desollados cuerpos son apilonados junto a los otros que ya han pasado por el mismo tormento. En este momento, algunos todavía permanecen con vida, respiran de manera entrecortada y parpadean lentamente. El corazón de varios de estos animales todavía late a razón de unas 5 a 10 veces por minuto, incluso después de haber sido desollados. Un investigador filmó un zorro desollado que, en medio del montón de cuerpos de animales muertos y con sólo sus pestañas intactas, todavía conservaba fuerza suficiente como para levantar su cabeza ensangrentada y mirar a la cámara.
Antes de ser desollados vivos, los animales son arrastrados de sus jaulas y tirados contra el suelo; los trabajadores los aporrean con barras de hierro o los proyectan contra superficies duras, lo cual les quiebra los huesos y provoca convulsiones pero no siempre causa la muerte inmediata. Los otros animales indefensos sólo pueden observar todo esto mientras su turno se va acercando.
China suministra más del 50% de las prendas de piel acabadas que se importan para la venta en Estados Unidos.
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