Admito sin rubor, que la peculiaridad de la izquierda fascista española me enerva, porque si las comunidades se pudieran hacer acorde a sus anhelos, no habitaríamos un planeta feroz y despiadado por culpa de la perversa derecha; habitaríamos en una clase de Edén en donde todos estaríamos felices y comeríamos perdices y todo por obra y gracia de los prodigios de los visionarios que acaudillarían ese Nirvana.
En el Paraíso terrenal, todo sería chupi guay y de color rosa, ya que toda la ciudadanía tendría que pensar igual, y todas las horas del día dar gracias a sus lideres mesiánicos por proporcionar el pan nuestro de cada día sin dar un palo al agua.
En ese bucólico Vergel, no habría prisiones, ni justicia, ni policías, ni ejércitos, ya que en los Edenes de la izquierda bananera española no hace falta tal cosa, porque toda la armonía procede de la aquiescencia de aquellos que nos otorgan la grandiosidad de habitar semejante Cielo en la tierra. Y la aquiescencia de éstos es que todos moremos felices y comamos perdices.
Por todo esto, y por mucho más, he tomado la sacra decisión de votar a PODEMOS en los próximos comicios, porque yo quiero residir en ese Elíseo tan portentoso que Pablo Pablito Pablete nos va a procurar a todos los españolitos (a los catalanes no, lo siento).