La de falta de hombría mostrada hoy por don Artur, va a pasar a los anales de la historia, no solo de España sino de toda Europa, por la falta de güevos para defender su insurrección en el Congreso de los Diputados, pero, amigas del alma, no le va a salvar ni Dios del ostiazo a mano abierta que le van a dar en todo el hocico los propios diputados catalanes (de los 47, 25 votan en contra).
Lo peor que puede hacer un hombre, no solo un político, es guarecerse en la barrera y dejar al cornúpeta para que lo lidien los bedeles de la Generalitat y de esa manera esquivar el salir del coso bajo las almohadillas y los abucheos. Si el President tuviera lo que tiene un hombre sacaría pecho y se echaría a la plaza para dar la cara y, aunque se la rompieran en la contienda, podría salir con la cabeza alta y orgulloso de si mismo por haber intentado torear ese morlaco, que él mismo ha cebado y embravecido.
Pero don Mas se nos ha mostrado como un cagueta, un inútil incapaz defender el engaño rebelde que cada vez se creen menos y espero que con el tiempo se quede solo.
La determinación de no ir a Madrid es un traspiés más en el desgraciado viaje a ningún lado de Artur 'cagón' Mas. A mí, como amante de la discusión política, me hubiera encantado ver a Artur Mas en el Congreso, debatiendo con Rajoy, Rubalcaga y el resto de representantes. En política, las ideas se defienden en los Parlamentos, ahí es donde está representado el pueblo, y no en los corros de la patata. Lo demás, solo es politicucha de baja estofa y peor calaña...