GEES
Como decíamos ayer, la indignación social ha calcinado la figura del ministro del Interior, el que sale en televisión sacando terroristas de la cárcel en vez de enchironándolos. La sociedad se hace una única pregunta: ¿Con qué cara va Rubalcaba a dar órdenes a la Policía Nacional y la Guardia Civil respecto a ETA? ¿Cómo va a dirigir a partir de ahora la lucha antiterrorista quien, pudiendo mantener a un etarra en la cárcel, elige llevarlo en volandas a su casa? Lo cierto es que España no se puede permitir un ministro del Interior que desprecie en primer lugar a las víctimas, y en segundo lugar a quienes combaten a ETA.
Pese a esperar el disgusto, Zapatero y Rubalcaba calibraron mal la reacción de la sociedad española. El mitinero leonés puede permitirse estos comportamientos; no el jefe de las Fuerzas de Seguridad del Estado, en quien se centran las iras de los ciudadanos y a quien hacen primer responsable. Es lo que pasa cuando se saca pecho anunciando que se saca a un terrorista por la puerta de atrás. Pero la explosión que ha acabado con el ministro del Interior amenaza ya al propio Zapatero. En las primeras horas, ninguna barrera ha podido frenar la indignación nacional, y cunde el pánico en la galaxia gubernamental y en el escondite de La Moncloa.
La respuesta popular ha cogido desprevenido al Gobierno. En sucesivas tandas, López Garrido y De la Vega han tratado de arropar a un Rubalcaba desfondado, que intentó explicar su comparecencia de ayer enterrándose aún más, escurriendo el bulto y criticando al PP mientras Batasuna le daba las gracias... criticando también al PP. En la misma línea, el Grupo Prisa ha salido a defender histéricamente a su confidente gubernamental y al propio Gobierno, que se tambalea como un boxeador noqueado que da golpes al aire sin sentido aparente.
El Gobierno y su galaxia mediática esperan que ETA hoy les alivie las penas. Batasuna ofrece a Zapatero en Pamplona precisamente en Pamplona el balón de oxígeno de dar por avanzado el camino de la "paz", que parece ETA corroborará en breve vía comunicado. Ni los terroristas ni los "corbatasunos" piensan en otra cosa que en la autodeterminación y la independencia, como recuerdan cada día a quien quiera escucharles, pero no es eso lo que contarán los medios afines.
Mientras, los etarras deberán apuntalar a un Gobierno hoy asustado, puesto que ni demasiado muerto ni demasiado vivo les vale para nada. Para eso recompensarán a Zapatero con una galleta cada vez que éste les de la patita de los presos, de la legalización de Batasuna y de la anexión de Navarra. Tras la presión a la que le ha sometido ETA en los últimos meses, tras el escándalo nacional del caso De Juana, el Gobierno va a publicitar a bombo y platillo el avance de la "paz", y pasará al siguiente acto con el mismo descaro con el que ha demostrado que está hablando con ETA y cumpliendo su parte del trato. ¿Será con Rubalcaba cabalgando delante dando tumbos, por si es capaz de ganar alguna batalla más? Esperemos que Zapatero tenga con su ministro del Interior la misma piedad mostrada con De Juana. No por España, naturalmente, pero sí por caridad.
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