Foro / Sociedad

Que opinais??????

Última respuesta: 27 de noviembre de 2006 a las :49
M
mayka_7188805
26/11/06 a las 22:32

Lo he visto en el periodico. Os lo pego a continuación



GENERAL
Iván y Nicolai vuelven a ser familia
Una barcelonesa viaja a Rusia para buscar al hermano de su hijo adoptivo
LAURA CAORSI/BILBAO

DECISIÓN. Susana Ramos sólo quiere reunir a Iván y Nicolai, y darles una vida plena. / SUSANNA SAEZ

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LOS SENTIMIENTOS LA OBRA

MARIPOSAS, REALIDAD Y SENTIMIENTOS DE UNA MADRE ADOPTIVA (2 EDICIÓN Mas de 7000 libros vendidos)
Editorial Apostrofe (1 Edición. Febrero, 2006).

Libro avalado por la prensa como realista, conmovedor, critico........

Páginas 128.

Precio: 13,50 E


Este libro es la historia de mi vida


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A Susana Ramos le cambió la vida en el verano de 2004. Había esperado ese momento durante dos años y siete meses, el tiempo promedio que tarda en concretarse una adopción internacional. Cuando llegó a Rusia, en el mes de julio, no fue capaz de dormir. Se encontraba en un hotel de Kaluga, a 160 kilómetros de Moscú, y la ansiedad, la emoción y las ganas de un abrazo le impidieron conciliar el sueño. Estaba a punto de realizar otro: ser la madre del pequeño Iván.

Aquella noche yo estaba de parto. Tal vez no sintiera dolores físicos, pero fue un parto de corazón. Durante casi tres años había tenido los sentimientos a flor de piel. Sabía que el niño me estaba esperando, la burocracia era tremenda y nunca llegaba el momento final, describe. Pero llegó. Tras luchar contra viento y marea, y decepcionarse cada vez que se perdía un expediente, Susana pudo abrazar a su hijo. Cuando lo vi, me arrodillé, abrí los brazos y él vino hacia mí. Puso una mano en mi cara y sólo dijo 'mamá'. Fue un instante mágico, recuerda con la voz quebrada.

Precisamente, aquel momento y otros muchos -menos mágicos, pero sí angustiosos- los decidió plasmar Susana en un libro, 'Mariposas', que se ha convertido en un fenómeno social entre quienes esperan una adopción internacional. Porque el suyo, en realidad, tampoco es un episodio habitual dentro de este universo.

El encuentro con su niño fue casi una cita a ciegas: la autora y su marido habían visto a Iván por primera vez en una foto, apenas unas horas antes de conocerle en la casa-cuna. Cuando llegué al país, me dijeron: 'Este es el bomboncito que vas a ir a buscar mañana'. El hijo tan esperado -y tantas veces imaginado- se transformó en una realidad: un pequeño de tres años, cabello rubio y ojos azules que no estaba solo en la imagen. Había otro niño con él, Nicolai. Iván tenía un hermano.

Casi dos años y medio después, Susana se alista en otro viaje. Vuelvo a Rusia con mi marido para buscar a Nicolai. Con tal simplicidad y resolución, resume un camino cargado de trabas y reveses en busca de un segundo desenlace feliz que espera materializar a finales de este mes. Me he pasado la vida en el mundo de la adopción, haciendo trámites de arriba abajo y peleando con la burocracia. Sólo quiero reunir a Iván con su hermano y darles a ambos una vida plena. Estoy harta de hacer papeles, confiesa.

Aunque las adopciones internacionales -y sus costes- varían en función de cada país, una serie de formalidades regulan todo el proceso. En Rusia los futuros padres adoptivos deben presentar certificados de idoneidad, asistir a sesiones formativas y viajar, cuando menos, dos veces a la ciudad donde se encuentre el niño. La Asociación Internacional para la Protección y Ayuda de los Menores del Este (AIPAME) señala que el segundo viaje tiene una duración aproximada de veinte días. En él se celebra el juicio de adopción y se legaliza la nueva situación del menor. Un proceso que puede ser inmediato o no, dependiendo del juez.

La entidad, que en la última década ha gestionado la acogida de seiscientos niños por familias españolas, detalla también algunas cuestiones económicas relacionadas con esos viajes. El hotel, los traductores, la invitación oficial del Ministerio de Educación, el visado y los trámites en el Ministerio de Exteriores de Moscú corren por cuenta de los padres adoptivos. Susana -que hipotecó su casa para traer a Iván- lo resume en una sola frase: Adoptarlo nos costó 30.850 euros.

Sabes que te espera

Pero no es el dinero, sino la espera, el principal obstáculo que encuentran los padres. Los sentimientos te avasallan. Sabes que tu hijo existe y que está aguardándote pero no lo puedes sentir, no sabes cuándo lo irás a buscar, ni si él está pensando en ti o si le han dicho que tendrá nuevos papás. Es un desconocimiento total, describe Susana.

Aunque, en ocasiones, eso es preferible a poseer información. La verdad no es siempre agradable. Nicolai tiene nueve años y eso supone un problema. La gente, cuando adopta niños, prefiere que sean pequeños. Casi nadie quiere a un chaval de la edad de Nicolai, más que nada por desconocimiento y miedo, medita Susana. La Secretaría de Servicios Sociales confirma esta reflexión con un dato aplastante: en 2005, sólo un 7% de los niños adoptados por españoles tenía más de nueve años cuando se inició el proceso.

Y la autora de 'Mariposas' añade un matiz: tras tomar la decisión de traer al hermano de Iván, ella y su marido consultaron a una veintena de profesionales. Todos nos decían lo mismo: '¿Qué forma de complicarse la vida! No lo adopten porque es muy grande y va a desestructurar su familia'. Pero no nos importó. Les dije: 'Voy a hacer lo que me dicte el corazón'.

Y lo hizo. El latido la guió hasta Rusia, pero ya no a una casa-cuna, sino a un orfanato estatal, donde las carencias son más acusadas. Según la AIPAME, en estas instituciones se recogen niños a partir de los tres años de edad. Pequeños que, de no ser adoptados, permanecerán allí hasta su adolescencia. Las casascuna suelen contar con los donativos de las familias que van a buscar a sus hijos. Podrán ser más o menos humildes, pero tienen ayuda externa -relata Susana Ramos-. Los orfanatos, en cambio, no. Se sostienen únicamente con las subvenciones estatales. Y el país no tiene recursos, imagínese.

La imaginación es, precisamente, lo que se activa al conocer estas circunstancias. La casa donde vivía Iván estaba muy limpia, pero a mí me dio la impresión de que era un escaparate. Los juguetes colgaban de las paredes y los niños no jugaban. Pienso que el orfanato de Nicolai debe ser muy precario, más humilde todavía, expone la futura mamá que, ahora mismo, prepara una habitación para la llegada del segundo niño.

Nicolai va a tener una cama, unos juguetes y una familia. Cuando esté enfermo, se le curará. Los niños españoles han tenido la suerte de nacer en un país con recursos. Si quieren ir a Disney, sus papás les llevan. Los pequeños que adoptas, no: ellos vuelven a nacer cuando les ofreces una vida. Llevan encima unos años en los que no sabes qué les ha pasado. Apenas te dicen en qué orfanato estuvieron y si sus padres biológicos han muerto o no. Pero tampoco te indican la causa.

Sin embargo, hay pistas. La mayoría de los menores provienen de familias con problemas sociales y de alcoholismo, según la AIPAME. Por ello, y porque vienen de embarazos no controlados y sin historia clínica, los menores son catalogados de alto riesgo de posibles problemas médicos, los cuales van siendo eliminados de su expediente sanitario según pasa el tiempo.

Nunca llegas a conocer sus carencias del todo -añade Susana-. No sabes si han pasado en una cama la mayor parte de su vida. A lo mejor nunca les han besado. La suposición es bastante probable, ya que la atención es estandarizada y el cuidado de los niños se hace en grupo. Un empleado puede llegar a tener a su cargo entre cinco y quince pequeños, subrayan los informes de la asociación de protección.

Cientos de llamadas

Conocer este panorama y padecer las demoras administrativas es una pésima combinación. Una mixtura desesperante capaz de tentar a cualquiera a tirar la toalla y dejarse vencer. Pero la adoptante catalana encontró una vía de escape: escribir un libro. En él relata su experiencia y ofrece una visión realista del proceso, aunque también una esperanza. Tras su publicación, en febrero de este año, cientos de padres en lista de espera se han puesto en contacto con ella. Fue una sorpresa, dice, aunque el hecho tiene una base lógica. Y estadística.

Desde 1997, las adopciones internacionales no han parado de aumentar. Según el Ministerio de Asuntos Sociales, se han multiplicado por cinco y, mientras en 1997 fueron 942, en 2001 ya eran 3.428, y el año pasado alcanzaron las 5.541. De hecho, España encabeza el ránking de adopciones, con 12,3 por cada 100.000 habitantes. Susana Ramos es posiblemente una de las personas que mejor represente esa tendencia, y eso le ha ayudado a iniciar una campaña en solitario para ayudar a los orfanatos de Rusia.

He recorrido las empresas explicando quién soy y pidiendo ayuda para esos niños. La solidaridad ha sido muy fuerte. Tengo en mi casa 1.700 tabletas de chocolates, tres cajas llenas de carpetas y bolígrafos, cuatro cajas de galletas, 76 kilos de jabones y champú, otras con ropa, un equipo completo del Barça y pasta de dientes. Pienso llevarlo todo cuando vaya a buscar a mi hijo, anuncia, antes de pronunciar una recomendación final. Adoptar es un acto de amor responsable, muy meditado y equilibrado. No es fruto de una noche de equivocación. Todo lo que pide Iván son 'mimos'. Todo lo que quiero es que sea feliz. Más aún, con su hermano

Ver también

A
an0N_629342199z
27/11/06 a las :49

La veremos en salsa rosa
He visto varias veces información de esta señora en la tele y el los medios en general.
Me parece que al paso que va pronto la veremos en Salsa Rosa, tiene mucho afán de protagonismo creo yo.
No sé yo si la ayuda a los orfanatos la presta por quedar bien frente a los medios.
Yo conozco varios amigos adoptantes que envían periodicamente dinero a los orfanatos de sus hijos por medio de los traductores en el país y no van dando bombo y platillo, ni llaman a las cámaras para que quede constancia de lo buenos que son.
Además, estos amigos, están escandalizados de lo que está haciendo esta mujer frente a los medios.

Si quiere ir a por su segundo hijo que vaya, pero que no haga un circo de eso.
A lo mejor quiso entrar en "Gran Hermano" y no la dejaron.

Sonia

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