Conviene saber, que en inmensa mayoría de niños y jóvenes; saben perfectamente dónde les aprieta el zapato. O sea, más claro; que desde muy niños saben distinguir el bien y el mal; por tanto considero, demasiado de blandenguería en las penas a aplicar en ciertos delitos que realizan los niños o jóvenes; máxime si esos delitos son de índole criminal. Y ello, por cuanto muchos (demasiados ya) de estos niños o jóvenes perversos; se animan a actuar sobre la base de la impunidad en que van a quedar hagan lo que hagan; puesto que su pretendida minoría de edad, les va a salvar de las responsabilidades que merecen. Es más, esos perversos especímenes, en su perversidad, animan a otros menos podridos, a que les sigan en esos hechos criminales; asegurándoles igualmente, que no pasará nada. No hablemos de los mayores que emplean a menores para cometer delitos, sobre igual base de la impunidad en que van a quedar hagan lo que hagan y de lo que son ampliamente informados.
Lo que de ninguna de las maneras puede seguir ocurriendo, son esos hechos que se repiten con una frecuencia que debiera ya abochornar a los que dicen gobernarnos.
Cuando esto escribo es una mujer de cuarenta y tres años, la que en Medina del Campo (Valladolid) es apaleada por una jauría de nada menos que veinticuatro jóvenes y niños; que tras apedrear su casa y salir esta indefensa mujer, para hacerles ver su mal comportamiento; la atacan y tras abofetearla y tirarla al suelo, e incluso darle patadas incluso alguno animando a que se las den en el bazo; dejan a la pobre mujer tan maltratada que tuvo que ser ingresada en un hospital y le van a quedar secuelas físicas y psíquicas para toda su vida y menos mal que no la mataron (algunos ya asesinaron por aburrimiento y fue publicado hace años en la prensa).
Mientras le propinaban tan brutal paliza, algunos de esos perversos lo grababan en sus telefonines, para luego y sádicamente, verlo con tranquilidad e incluso tratar de colgarlos en Internet; como trofeo, supongo de un hecho repugnante y que merece cárcel y por bastantes años.
Y no; no me vale lo de niños y jóvenes la perversidad así como la bondad, se va notando a bastante tierna edad; y ello lo saben los padres y maestros, que son los llamados a corregir o pedir ayudas para esa corrección si es que son impotentes; para ello existían los correccionales; que por lo visto han desaparecido y ahora lo que se estila, son hoteles de lujo, para los pocos que cogen y tratan de reconducirlos; pero por lo visto, si aquellos correccionales eran detestables estos de ahora, es que no sirven para nada y por tanto habrá que estudiar lo que se puede y debe hacer; pero desde luego hay que internarlos de inmediato y enseñarles en primer lugar, disciplinas y obligaciones humanas que no saben apenas ninguna; sólo el derecho del más fuerte y el más bruto; cosa que ni en las tribus más salvajes existe; puesto que esos salvajes han estado mucho mejor estructurados familiar y jerárquicamente, que lo están las sociedades modernas y donde falta disciplina y jerarquía natural, ocurre lo que está ocurriendo y no sólo en niños y jóvenes o sea y más claro; que la sociedad se está descomponiendo en grados muy preocupantes, simplemente por cuanto sólo hay derechos y nadie enseña las obligaciones, que pienso, son antes que los otros.
Y para tratar de enmendar algo de esto; los inútiles políticos han legislado que no se le puede dar ni una bofetada a un menor ni aún su padre o madre.
He vivido lo suficiente para saber que en mis épocas de niño y jovenzuelo, cualquier mayor, jefe de trabajo y no digamos pariente cercano o padres te podía dar un pescozón y si te lo daban por tu bien (se nos decía) si reclamabas a tus padres y se enteraban igual recibías dos como reconocimiento dos pescozones, digo y no pasaba nada; simplemente se nos enseñaba desde pequeños, la disciplina necesaria y conveniente, para que supiéramos entender aquellas grandes palabras todo el monte no es orégano. Es más, cuando alguno era llevado por los padres a un taller de cualquier oficio; la recomendación era enséñamelo a trabajar y que aprenda y si tienes que darle un pescozón, dáselo. Malo o bueno, pero la verdad había infinitamente mucha menos delincuencia que hoy nos asola.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.org (allí más)