La conversión de constantino fue una maniobra política porque él,
aunque toleraba el cristianismo era fundamentalmente pagano. Que luego sus melindres le hicieran pionero en la destrucción del Imperio ya es otra cosa porque este capítulo de su vida, hoy todavía se discute. Y sabiendo lo estrechos que son los cristianos, lo intolerantes y lo dogmáticos, te puedes hacer una idea de como se cayó hasta la lámpara de aceite en aquel Imperio que parecía indestructible. Es igual, la iglesia Católica y su mensaje tan alejado del Evangelio va a caer para dar lugar a una nueva era, en que los bárbaros, como ocurre siempre, harán otra lectura de la historia y nos devolverán al Medievo. Lo único que les puede frenar es EL GRAN CAPITAL, dueños y señores del Becerro de Oro, que pueden cerrar el grifo cuando quieran, para eso tienen sus madrigueras secretas, para decidir quien evoluciona y quien se ve envuelto en una guerra fratricida, como la de Siria, con las desgracias subyacentes. Los refugiados, no todos víctimas de la guerra, quieren llegar al Paraíso de una Europa idealizada y de paso se quedan, aunque no renuncian a su peculiares formas de vida. Dicen que ya están tomando el camino de Libia y me alegro, allí todos son musulmanes, con un pequeño reducto de cristianos, que por cierto los tienen arrinconados.
Ya tenemos nuestro cupo de moros, negros, chinos y toda la caterva de países del tercer mundo y a la larga, eso va a ser un problema. Al tiempo.