Venezuela al borde....
A MI HIJA MARIANA..
Iván Fernández - 24 de Abril de 2003
En la cultura japonesa, cuando un hombre siente dolor e impotencia, se dirige a una cumbre y grita fuertemente al viento para que lleve su protesta ante sus dioses. Yo escribo para registrar mi grito de protesta por el camino de odio y fractura social al que nos conduce el grupo de ineptos y resentidos sociales que en mala hora nos gobierna...
Mi hija Mariana se va del país. Ella es una entre 18.000 empleados despedidos que no tienen derecho a recibir la liquidación, ni sus ahorros ni su fideicomiso porque algunos de sus líderes naturales se pasaron de bando y hoy engrosan la otra banda y en la actual PDVSA no hay quien haga valer la ley, porque los que están, están ocupados cuidando sus puestos de la marabunta revolucionaria y de los militares premiados, mientras (¿sin saberlo?) apuntalan el proceso.
Mariana no tiene dólares ni yo tampoco. A pesar de ello, insiste en irse porque la revolución bonita le niega el futuro. Tiene más de tres meses buscando un trabajo, pero los comercios están en baja, las fincas invadidas, el hampa desbordada, los inversionistas espantados y la única industria que funciona es la que fabrica mentiras y engaños. No hay dólares excepto para los amigos que compran elegantes mansiones en Irak y Cuba... ¡perdón!... en U.S.A. La impunidad campea y Lina puede destruir bienes ajenos como las pancartas de Chuao... Los caballeros de Llaguno (¡cuidado con llamarlos pistoleros!) son héroes de la revolución, y de los asesinos de policías de la campiña el fiscal no se acuerda.
Por eso se va, porque no existen oportunidades en el país y, aunque deba dedicarse a otros oficios, prefiere esa incertidumbre a la triste realidad de la Venezuela actual.
Muy a mi pesar, no puedo convencer a mi hija que se quede. En mis tiempos, mis padres me dijeron que si estudiaba y trabajaba con esfuerzo, el país me ofrecería oportunidades. Estudié en liceos públicos, viví en barrios, me rocé con la estrechez económica y, con mucho esfuerzo y el apoyo de la familia, me superé igual que hicieron en su momento Juan Fernández, Horacio Medina y muchos otros que lejos de acumular resentimientos y odios, le echamos pichón a la vida porque las oportunidades dependían de nosotros mismos. Cursé una carrera universitaria y antes de graduarme ya estaba trabajando. Como me auguró mi padre, gracias a la herencia de la educación pude obtener un trabajo, adquirir una vivienda, fundar un hogar, constituir una sólida familia y brindar una buena educación a mis hijos. Todo ello hasta que llegó la revolución bonita que, con su cargamento de odio y resentimientos, engaños y fracasos, de una sola patada como las que dan los burros, resquebraja mi mundo y obliga a la familia a separarse en la misma forma en que ya ha dividido a la sociedad venezolana.
Al comandante le complacerá que los "gusanos" se vayan del país porque la revolución no los necesita, como tampoco necesita del Fondo Monetario Internacional ni de los dólares ni de las inversiones. La revolución necesita recogelatas, mendigos, niños de la calle y desempleados que se sientan agradecidos de los gallineros verticales, cultivos de tomates, pimentones y de esa forma cada día nos pareceremos más a cubita la bella con todo y su tarjeta de racionamiento y sus jineteras. La revolución necesita mas círculos y gouveias que compitan para ver quien caza mas metropolitanos, soldados y oligarcas, necesita mas diputados y magistrados genuflexos para que aprueben e interpreten las leyes que el comandante necesita para consolidar su proceso, necesita periodistas y petroleros para que unos deformen la verdad y otros se amparen en un velo constitucional muy espeso que les permita hacerse la vista gorda con la destrucción de PDVSA y el atropello a su gente, necesita militares que miren hacia otro lado mie! ntras lo s bandoleros cedulan miles de extranjeros...
Sé que la decisión de mi hija es muy dura y que no la puedo cambiar porque a sus veinticinco años tiene derecho y capacidad para asumir sus decisiones. Pero le he dicho que, aunque el camino es largo, debe quedarse para defender lo que en su momento será el país de sus hijos. Ya sabemos hija que la revolución está armada y que tiene los bolívares y los dólares que se niegan al desarrollo del país para comprar conciencias baratas que están en liquidación. Sin embargo, nosotros tenemos las mejores armas: la razón, el valor y una inquebrantable voluntad democrática contra las cuales no puede ni el fracaso ni el resentimiento social. También tenemos una mayoría resteada dispuesta a jugar el topo a todo cuando sea necesario, y especialmente, tenemos a unos compatriotas que, aunque confundidos y engañados, sabrán en su momento sacar la cara por el equipo de Venezuela. Que por cada josé vicente, por cada alcalde, por cada gouveia, por cada fosforito, por cada general eru! ctador y por cada corrupto, nosotros tenemos un ejercito inmenso de gente talentosa, organizada y decente como Juan Fernández, Horacio Medina, Armando Izquierdo, Enrique Vásquez, Víctor Guédez, Manuel Cova, Francisco Javier Larrañaga, Edgar Paredes, Eddie Ramírez, Maria Luisa Vicentiní, Ana Alvarado, Camen Elisa Hernández, Mireya de Amaya, Rafael Gallegos, Jupe, Ramón Torrealba, mi esposa Thaís y miles mas de guerreros anónimos a quienes no nos faltará el guáramo en la hora bonita ni nos rendiremos al sonar el primer tiro, como hizo cierto comandante en el último golpe de estado. No tengas la menor duda, hija, en que no existirán armas para detener a un pueblo arrecho, y que esas mismas armas muy pronto se volverán en contra de quienes las mal utilizan.
Mi hija Mariana, Albenis, Vicente, Ana Karina, Zulay y muchos que se van o que ya se fueron, trabajarán como mucamas, taxistas y jardineros, pero siempre tendrán la frente en alto y, en algún momento, con nuevas experiencias y muchos bríos, regresarán y se reincorporarán a la lucha para contribuir con el engrandecimiento de una patria libre y soberana, sin el lastre del resentimiento social ni de revoluciones importadas que ya han fracasado en todo el mundo..
Ve con Dios, hija mía... A falta de dólares y recursos, llévate la maleta llena de esperanzas, de mis bendiciones y de mucho valor y dignidad. A donde te dirijas, recuerda siempre tu educación y tus principios, porque ellos te ayudaran a triunfar y regresar. Recuerda siempre lo que aprendiste en PDVSA, de su gente, de sus cursos y de su adiestramiento, porque eso no te lo pueden secuestrar como tus prestaciones, y sobre todo recuerda que la patria es eterna y siempre será libre. Estoy seguro que saldremos airosos de esta dura prueba y que, en un futuro cercano, podremos reunirnos para celebrar nuestras victorias. Reserva fuerzas para tu regreso, porque cuando vuelvas tendremos que trabajar muy duro para reconstruir el país. Cuando estés triste o te sientas sola, canta el Himno Nacional y recuerda nuestras marchas. ¡No llores, canaliza tu dolor para resistir!
Ah... se me olvidaba: saca de la maleta el odio y la ira... No te los llevas porque es exceso de equipaje; recuerda que lo que sucede quizás sea necesario para que maduremos como familia y como sociedad. ¡Hasta pronto hija mía! ¡ Regresa pronto! ¡Que Dios te bendiga!
¡NI UN PASO ATRÁS! ¡SOMOS PDVSA!
Ver también
Usted es enorme
Usted es enorme de corazon y de sentimientos
Me hizo sentir su misma rabia e impotencia y me hizo llorar de dolor. Su hija estara orgullosa. Ojala yo inculque a mi hijo esos ideales.
Un abrazo y deseo lo mejor al pueblo venezolano.
Canción mansa para un pueblo bravo
El lagrimear de las cumaraguas
está cubriendo toda mi tierra,
piden la vida y le dan un siglo
pero con tal que no pase nada
en mi tierra mansa
mi mansa tierra.
Yo sé que un día tuviste sueños,
moviste un río cuando pequeño
pero tu alma se te alegraba
con la llegada del vendaval.
Huellas cansadas tienen tus pasos,
pero aunque el río sea muy manso
poquito a poco se enfrenta al mar.
Vuelve a tu canto de turpial
llena de gritos el cardonal,
que hay semerucos allá en el cerro
y un canto hermoso para cantar,
que hay semerucos allá en el cerro
y ya la gente empezó a sembrar.
A veces pienso que todo el pueblo
es un muchacho que va corriendo
tras la esperanza que se le va,
la sangre joven y el sueño viejo
pero dejando de ser pendejo
esa esperanza será verdad.
Vuelve a tu canto de turpial
llena de gritos el cardonal
que hay semerucos allá en el cerro
y un canto hermoso para cantar,
que hay semerucos allá en el cerro
y ya la gente empezó a sembrar.
Los apamates ya se vistieron
como en cuaresma los nazarenos,
dulce mejilla la de mi pueblo
que a la segunda le está doliendo
a mi pueblo manso, mi manso pueblo.
Vuelve a tu canto de turpial
llena de gritos el cardonal
que hay semerucos allá en el cerro
y un canto hermoso para cantar,
que hay semerucos allá en el cerro
y ya la gente empezó a sembrar.
Sol colorado, viento del este
se abren los brazos del gran durmiente
que al chivo manso siempre lo arrean
y eso no pasa si es montaraz.
Vuelve a tu canto de turpial
que el pueblo manso ya es montaraz,
vuelve a tu canto de turpial
que el pueblo manso ya es montaraz.
Alí Primera (1942-1985)
Ese es el sentimiento de la mayoria...
La verdad que como usted piensa pensamos muchos, es lamentable la situación por la que estamos pasando, yo tambien soy joven y estoy a punto de graduarme de licenciada y me aterra pensar que va a ser de mi luego de graduarme porque la verdad no hay oportunidades y lo mas lamentable aun es la fuga de gente que cada dia crece mas, yo pienso quedarme y hacer lo posible por ayudar a mi pais y tengo fe de que todo esto pasará y que algun dia viviremos como realment nos lo merecemos.
NI UN PASO ATRAS!!!!VIVA VENEZUELA!!!!