Ahora les ha dado por llorar. Pero lo mejor fue lo de Junqueras. Lo reconozco. No he podido reprimir una lagrimilla ante ese momento patriótico histórico.
No lo puedo evitar, soy una sentimental, escuchar a ese hombretón casi rompiendo en un gimoteo, en que la emoción le embarga, es muy fuerte para mi. Y no he podido evitar que se me hayan humedecido los ojos y hasta el mismísimo corazón.
El caso es que este hombretón seguramente lo tuvo fácil para gimotear. Solo habrá tenido que evocar la imagen diaria de miles de catalanes pidiendo limosna por las calles, de niños andrajosos y desnutridos, con apenas una tiza y un pizarrín en colegios decadentes, de tiendas cerradas y supermercados vacíos, de hospitales en tiendas de campaña, y tantos otros testimonios de la miseria de esta Catalunya suya, de esta Cataluña nuestra.