Cuando en 1898 España pierde sus últimas colonias en ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), hace que los españoles se unan, y de aquella unión surge la generación del 98.
La citada y afamada generación realiza una profunda autocrítica, pero a nadie se le ocurre inventarse nacionalismos, o lo que es lo mismo, separatismos. Todos se sienten muy españoles, y la principal finalidad es la de sacar la cabeza del agua después del naufragio de la mejor forma posible, bogando todos en la misma dirección.
La excepción que confirma la regla se produce, como no, con uno de los santones del nacionalismo catalán, Enric Prat de la Riba, que haciendo gala de una total perfidia fomenta el separatismo, basándose en su obra literaria 'La Nacionalitat Catalana'.
Como todo se apega menos lo guapo, también se apunta el racista Sabino Arana que viajó a la ciudad condal acompañado de su hermano Luis para sentar las bases secesionistas con el ínclito Enric Prat de la Riba.
Al igual que hoy, el na%ionalismo catalán y vasco, na%ionalismos burgueses los dos, aprovechan la situación de debilidad para golpear al estado.
¡¡Acabemos con esto de una vez para siempre!!